Amores Diversxs
Marisol Navea Zárate, psicóloga, feminista y cofundadora Disversas <3
Las personas de las diversidades sexuales y de género tenemos muy pocos referentes de amor. Crecemos como la gran mayoría en familias hétero, y esa heterosexualidad se refuerza en todas partes: en las películas, en las calles, en los videos de youtube y en tu libro favorito. Así, desde muy temprano asumimos que todes son heterosexuales y que esa es la manera única y correcta de amar. A eso nos referimos con “heteronormatividad”. (Algo similar pasa con la monogamia ¿conoces algún vínculo poliamoroso? yo muy pocos!).
Y bueno, cuando te das cuenta de que te gusta alguien de tu mismo género o de varios géneros, la pregunta es “¿Cómo lo hago?😱”. Esa pregunta aplica en distintas dimensiones de un vínculo: ¿Cómo coqueteo?¿Cómo tengo relaciones sexuales?¿Cómo me cuido?¿Cómo le cuento a mi familia?¿Cómo enfrento la violencia y discriminación de mi entorno? y por supuesto, ¿Cómo llevo esta relación?
Sobre esta última pregunta hay varios mitos al respecto. Uno de ellos, y bastante heteronormado por cierto, es la creencia de que aun en parejas no heterosexuales hay un “hombre” y una “mujer” en el vínculo.
**(Antes de seguir, aclarar que entenderemos por pareja o vínculo “no heterosexual” como todo aquel que sea distinto a una vínculo sexual y/o afectivo entre un hombre y una mujer; esto es independiente de si la persona es cisgénero o trans, pues la orientación sexual no depende del sexo ni del género asignados al nacer. En los vínculos no heterosexuales caben las relaciones entre mujeres cis o trans, entre hombres cis o trans, entre una mujer y una persona no binaria, etc, etc, etc. ¿Se entiende?)
Después de este gran paréntesis, continúo.
El asumir que tiene que haber un “hombre” y una “mujer” en una relación, implica la creencia de que hombres y mujeres deben asumir roles preestablecidos, rígidos y binarios: Mujer sensible/Hombre fuerte, mujer en la casa/hombre en el trabajo, mujer pasiva/hombre activo. Estos mandatos de género no son naturales y podemos cuestionarlos. Lo mismo pasa al interior de vínculos no heterosexuales, donde nos podemos hacer co-responsables de las tareas domésticas, del cuidado mutuo, y también puede haber versatilidad y reciprocidad en las prácticas sexuales.
Por otro lado, la violencia en parejas no heterosexuales es tan invisible que parece que no existiera. Y lamentablemente sí existe y es más frecuente de lo que pensamos. Angelina Marín (activista lesbiana y feminista) habla del “segundo closet” refiriéndose a la doble dificultad de las víctimas de violencia de develar la situación (esto en parejas lésbicas sobre todo, pues su tesis se enfocó en esta población). Las parejas no heterosexuales tienden a aislarse y resguardarse de la discriminación, y denunciar una situación de violencia se percibe como un riesgo de aumentar los cuestionamientos hacia la relación. Tampoco hoy contamos con una institucionalidad especializada que brinde acompañamiento en estos casos, pues si bien, las manifestaciones de violencia son similares a las de las parejas heterosexuales, el lugar de marginación social y los entramados de poder asociados, hacen de estos casos una experiencia particular y compleja. Por eso, te invito a estar atentx, a constituirte como una red de apoyo para tus amigues LGBTIQ+, para recordarles que pueden contar contigo y que nadie tiene derecho a maltratarles.